Una visión menos limitada del hombre en el sentido de verlo esencialmente como un "maximizador" económico es la que cimienta el segundo modelo democracia liberal, esgrimido por el hijo de J. Mill. Se trata de John S. Mill (1806-1873). Macpherson llama su modelo de "democracia como desarrollo". Para J.S. Mill el participar en la vida democrática hace crecer al ser humano. Se puede decir que este es un modelo de libertad positiva. Ofrece la oportunidad al ser humano de desarrollar y expandir sus capacidades. "Aspira a pasar a una sociedad de individuos más desarrollados humanamente, y desarrollados de forma más igual. No aspira imponer una utopía al pueblo sino a lograr que el pueblo llegue a la meta por sí mismo al participar activamente en el proceso político... ". Por contraste J.S. Mill temía al voto universal porque consideraba, menos práctico que sus antecesores, que habría algún tipo de apropiación democrática por parte de los votantes más abundantes que eran los más pobres.
Lo que invalidó el temor de J.S. Mill fue el funcionamiento del partido político. Este tiende a resolver el problema votante que surge con la diferencia de clases por al menos un par de caminos. El primero, intentar captar la mayor cantidad de votantes de clases sociales distintas mediante un discurso intermedio. O, cuando se opta por trabajar sólo con algún grupo social específico, negociando con otros partidos. Para Macpherson, la desigualdad persiste pacíficamente gracias a los partidos, si bien éstos pierden responsabilidad ante el electorado.
Al entusiasta modelo de J.S. Mill le choca una realidad donde el electorado es menos proclive a participar y hay más bien apatía por parte del votante. Es entonces cuando surge un tercer modelo, "la democracia como equilibrio", el cual se sustenta en ideas de Joseph A. Schumpeter (1883-1950). Él ve la democracia con un funcionamiento análogo al del mercado. Desarrolla una idea de mercado político donde los votantes son consumidores de las "mercaderías políticas" que les ofrecen los políticos y sus partidos. La visión es más descarnada, en cuanto a que vuelve a imperar en alguna medida el concepto de ser humano esencialmente consumidor y se ve con menos optimismo su afán por participar y crecer individualmente mediante lo político.
Macpherson anhela avanzar hacia un cuarto modelo de "democracia como participación". Un primer paso tiene ecos de J.S. Mill y es realizarse mediante la participación política, especialmente en la dimensión comunitaria. Y un segundo requisito es que la democracia opere en una sociedad menos desigual económicamente.
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Democracia Liberal: Estado de Bienestar |
Vannia M. Trejo Mora 2ª NL.41
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